jueves, 18 de septiembre de 2008

"MI VERSIÓN DE LOS HECHOS"......CAPERUCITA

Me encontraba recogiendo flores en el campo, embelezada , mirando la naturaleza y una mariposa que me revoleteaba alrededor, cuando escuché la voz de mi mamá llamándome con urgencia, corrí con mis flores en la mano, con cuidado de no desojarlas, hasta llegar al encuentro con mi madre.
Ella, estaba parada en el pórtico de la puerta, de la casa, con una canasta en sus manos y una mirada de preocupación; al acercarme, me contó que la abuela había llamado y que se encontraba enferma, por tal razón, necesitaba de mi ayuda, pues no se podía levantar de la cama.
sorprendida por la noticia y sin pensarlo ni un minuto, tomé mi abrigo favorito, de color rojo, la canasta con panecillos y mis flores para tomar el camino para llegar a casa de la abuela, pero antes, mi mamá, me advirtió y recalcó lo de siempre, que no hablara con desconocidos y llevara la comida a mi abuelita lo más pronto posible.
Tomé el camino a pie, el de costumbre, me adentré en el bosque, mi compañía en ese momento era el croar de los sapos y el canto de los pajaritos, en ese momento el ruido ensordecedor de las aspas de un helicóptero, me distrajeron y no pude advertir aquella raíz del árbol con la que me tropecé y caí, afortunadamente mi encargo se encontraba a salvo y sin novedad, pero mi tobillo derecho dolía al tratar de ponerme en pie.
El aparato pasó, pero mi dolor no, en medio de ese camino apareció un lobo, que al verme sentada en el suelo, se acercó y muy gentilmente me preguntó qué pasaba; yo le conté, y el lobo tomó mi pie derecho lo sobó, me dijo que no desconfiara de él y me puso un pedazo de tela amarrándome el tobillo, para según él distraer el dolor.
Me preguntó para dónde iba, yo al ver su amabilidad, y agradecida por su atención, le conté que para la casa de mi abuelita, que se encontraba enferma y muy solita. El lobo me indicó el camino más corto para seguir y que no me lastimara más el pie, luego me dijo adiós y siguió por otro sendero.
Adolorida y con la impresión de haber caminado el doble, llegué a casa de mi abuelita, quien con voz extraña, pensé yo, por la enfermedad, al tocar la puerta me dijo que siguiera. El lugar estaba un poco desordenado, pero para mí era algo natural, al estar la abuela enferma. Entré en el cuarto y mi abuelita estaba tapada de los pies, hasta casi toda la cabeza, sólo divisaba los ojos y sus manos grandes.
Me acerqué y le pregunté por qué la veía tan diferente y su voz sonaba aún más extraña, noté además que sus manos estaban peludas y le pregunté por qué, así que se abalanzó encima mío y caí en la cuenta que aquella no era mi abuelita sino el lobo que me había encontrado en el camino, de inmediato recordé las palabras de mi madre, pero ya era demasiado tarde.
adormecida, adolorida, magullada y aturdida, desperté junto a mi abuela y un cazador que trataba de despertarnos, quien me contó que mató al lobo y nos rescató.

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